Mi mayor desarreglo
Hace años pensé que tenía mi vida resuelta, pues entonces consideraba que yo cortaba un pelo en el aire: andaba con una novia, Susanita, largamente manoseada y de familia con posibles. “Papa” era dueño de una cadena de peluquerías, tanto para personas, como para perros y gatos e incluso para abrigos de pieles y, aunque mi pelo era de bruja, nos llevábamos bien.
En una fecha cercana a la boda Susanita me dio la patada en el culo. Me recriminó que yo era patizambo y aburrido. ¿Patizambo?, si acaso culitranco, y yo nunca la eché en cuenta sus tetas asimétricas. ¿Aburrido?, si acaso ella, cuya mayor diversión era ganar –con trampas- al ajedrez a su gato lampiño. Este ha sido mi mayor desarreglo. Siempre lo amaré (su dinero). Y respecto a la patada que me propinó: todavía no me ha cicatrizado la raja que me originó.