Noé

NOAH

     Ayer fuimos a ver Noé, the film. Y otra vez a vueltas con el corte de pelo, como Anne Hathaway, Fantine, en Los Miserables (ver mi entrada Los Miserables), en esta ocasión de Noé. Noé, el de la larga NOÉ 1melena agitada por la brisa, aparece de improviso, a la mitad de la película, rasurado. ¿Qué ha ocurrido? La única explicación que encuentro es un inesperado y espantoso ataque de parásitos –léase piojos-. Razonado, pues todos los protagonistas aparecen bastante astrosos durante la película.

    He leído que algún exigente ha criticado el argumento por diferir bastante del original –el bíblico-. Resulta lógico su malestar, pero olvidan que es una película; bien de pepinillos, cebolla, kétchup y mostaza, queso y carne indeterminada… hamburgesa Los filetes a la plancha, con poca sal, se quedan en casa. Después de todo, sabemos que el Capitán américa no fue como aparece en las películas, y a sus herederos y descendientes no se les oye ni pío. A los celosos de lo suyo les recomiendo, por tanto, el estudio, durante algunos años, de teología y de lenguas muertas, especialmente el arameo; mientras tanto que vayan ahorrando para comprarse después una Biblia políglota complutense -hebreo, griego, latín y arameo-, seis tomos, la versión fetén, aunque esto tampoco les garantizará el cielo.

      Sin embargo, el motivo de mi desasosiego y dormir intranquilo ha sido que descargar el nublado, caer chuzos, abrirse las cataratas del cielo, apenas una migaja, cinco gotas mal colocadas. ¿Entonces…?, ¿el diluvio?, ¿los cuarenta días de lluvia perenne? Casi toda el agua del «¿diluvio?», brota de la tierra, chorros formidables, surtidores morrocotudos, géiser, que inundan la Tierra en un suspiro.  Hora y media deseando que llueva para duchar a Noé y al final paná, unas gotas que ensucian más que lavan.

       Por otro lado, ¡cómo olería el arca por el detritus de los animales y la axila de Noé!, ¡hasta en la sala del cine se percibía ese tufillo denso de los gimnasios masculinos! Ventanas en el arca, como a mí me gustan, solo se ve una y casi siempre cerrada.

      Y los dos últimos comentarios: Primero: ¡no aguanto más a Anthony Hopkins! NOÉ 2Solo le proponen papeles de octogenario bobalicón que necesita comer toneladas de fibra para poder evacuar bien. Segundo: me agrada que se representen pequeños milagros, de esos tan habituales, que después los ignorantes citan como suerte o coincidencia. Claro que, lo prodigioso es que de una historia tan estupenda hayan realizado una película tan fastidiosa.  Incontrovertible.