Probablemente fue con Adelaida

Cierras con cuidado la puerta del bungaló. Te encuentras en la explanada de arena buscando el coche; varios camiones que te dificultan la visión. Estos te resultan tan atrayentes: el enorme cuerpo, sus numerosas patas redondas y las dos chimeneas que imaginan las antenas. La cabeza te las has dejado en el baño de la habitación, ¡nunca ningún miembro de tu cuerpo te ha dolido tanto!, por eso en su lugar te has colocado la lamparita verdusca de flecos encarnados y negros que anoche rompiste al caerse al suelo. Ayer experimentaste la oscuridad de la habitación, el perfume denso, la falda extraviada, los pechos turgentes de Annette o Abigail o Adelaida y la bebida necesaria, intensa y repulsiva, para poder aguantar todo aquello.
En la gasolinera al fondo de la explanada de arena, el muchacho, ¡qué condenadamente feo es!, te indica que la grúa llegará pronto, en una hora no más. Tienes prisa, no quieres toparte con Adeline, pues no la recuerdas más allá de su aspecto de mujer, por lo que es mejor no cruzarte con ella, para evitar inconvenientes que desconoces, pero que seguro que has generado.camion El pie se te ha mojado, el derecho, justo por el talón, y es que te has bañado en el charco. Por no ser menos tu otro pie se ha dado de alta en la piscina de barro. La explanada de arena es un lodazal, aunque hace más de un mes que no llueve en la comarca.
Tampoco entiendes cómo un motel en la carretera puede ser un club, de luces fundidas, con todas las habitaciones ocupadas por alguna muchacha. No se te ocurre ninguna idea sensata para explicar en el trabajo la razón por la que terminaste anoche durmiendo con una mujer de la que solo recuerdas vagamente su olor y que su nombre comenzaba por F, ¿o eran dos las chicas y por eso no te aclaras con el aroma? Piensas que acabarás sin trabajo y sin mujer, la legal, la que siempre huele a jazmín. Irene no va a creerte y dormirás otra vez en casa de tu amigo. ¿Cuántas van? Piensas que no regresarás, que tu lado del catre marital se quedará frío, incluso húmedo, como tu pie derecho, ¿dónde estará el zapato? No volverás a la oficina, ni a casa, cómo acudir faltándote un zapato, con las uñas llenas de barro y habiendo dormido con dos mujeres para no pasar frio, ¿o fueron tres? Entonces te harás conductor de un ciempiés, pasarás el día en la carretera y las noches en camas de mujeres con más enfermedades que la población de Burkina Faso.
Necesitas un café bien largo y cargado, no riges adecuadamente, con un café quizás tu cabeza… Para el café solo está el club y allí te cobrarán ochenta euros por el mismo, como si fuese un cubata, y además deberás cumplir de nuevo con alguna muchacha, quizás en la misma habitación donde se encuentra tu cabeza. Para evitar esto, te alejas del club caminado por la carretera, descalzo, sin cabeza y posiblemente con alguna enfermedad de Burkina Faso.