El realismo mágico es un movimiento artístico –fundamentalmente literario- que surgió en Latinoamérica a mediados del siglo XX. La característica principal es la inclusión en el texto de elementos mágicos y fantásticos que son percibidos por los personajes como parte de la normalidad. Los autores desean mostrar al lector lo irreal o extraño como algo cotidiano y común. El hombre es considerado como un misterio en medio del mundo real.
Esos elementos mágicos se perciben intuitivamente, no racionalmente, y, desde luego, nunca son explicados. Los sucesos son reales pero tienen una connotación fantástica; algunos no tienen explicación y también es bastante improbable que ocurran. El sistema adecuado para la percepción de esos sucesos es lo sensorial. La mayoría de las historias se ubican en los niveles más duros y crudos de la pobreza y marginalidad social, en los espacios donde la concepción mágica y mítica está más presente. En este sentido, la fe es uno de los elementos más importantes que componen la literatura mágico realista, después estarían el mito y la leyenda.
Los padres del realismo mágico son Juan Rulfo con Pedro Páramo, Arturo Uslar Pietri con su cuento La lluvia, José de la Cuadra con Los Sangurimas, Laura Esquivel con Como agua para chocolate e Isabel Allende con La casa de los espíritus. Sus principales exponentes son el colombiano Gabriel García Márquez, el peruano Mario Vargas Llosa y el guatemalteco Miguel Ángel Asturias. También destacan autores como el mexicano Carlos Fuentes y el gallego Álvaro Cunqueiro.
Ejemplos de realismo mágico en Cien años de soledad: el diálogo entre los vivos y los muertos, el diluvio que duró más de cuatro años -llovió cuatro años, once meses y dos días-, los años que vivió Úrsula -entre ciento quince y los ciento veintidós años-, la lluvia de flores, el nacimiento del último miembro de la familia con cola de cerdo, las enfermedades imaginarias -como la peste del insomnio por la cual los que enfermaban dejaban de dormir y olvidaban el nombre de las cosas, las personas y su propia identidad.
Toda esta presentación es para indicaros que si yo algún día comienzo una de mis historias con la frase Tomasito nunca quiso vivir dentro de la tinaja o una similar no debéis preocuparos demasiado, por lo menos por mí, aunque sí un poco por Tomasito.
Tomasito