Etiqueta: fatal,

muñeco

Razones para vivir

Hilario Cantero Ruano estuvo esperando algo de la vida hasta su último minuto. Fue entonces, en ese momento concreto, cuando comprendió, irrefutablemente, que ese anhelo indeterminado que había sentido en su pecho toda su vida no se cumpliría, bien porque él se hubiese equivocado al elegir en alguna de las decisiones importantes de su vida -encrucijadas las llamaba Hilario- o bien porque la existencia resultase, a la postre, una puta mierda, tal y como él venía coscándose desde hacía tiempo.

      Sobre la primera opción, las bifurcación de los caminos, a Hilario Cantero le resultaba imposible de todo punto dilucidar lo correcto de las elecciones tomadas, bien porque él carecía de imaginación   -por tanto de la capacidad de vivir más allá de lo existente- o bien porque al elegir un camino, abandonando el otro, se gastaba para siempre la posibilidad de haber acertado -o fallado-.

piedra

       De la segunda opción, que la vida era una puta mierda, Hilario no albergó dudas a partir del mes de abril de su último año, cuando le diagnosticaron el cáncer de estómago, por más que en esa época el anhelo palpitara en su pecho con especial intensidad.muñeco

    Y es que a la postre su mujer, Tomasa, posiblemente tuviese razón cuando le recriminaba: “te digo yo que tus anhelos son gases extraviados en el colon transversal y lo que debes hacer es expelerlos para que no te coman las tripas”.

pareja 1

Cinco maneras de decir te quiero que te harán triunfar

ancianos1ª- Te amo con intenciones y sin exigirte explicaciones.

ausente

2ª- Me gustas cuando callas, porque estás como ausente.

buey 1

3ª- Quien fuera buey para darte un lametón.

tonto 1

4ª- Te quiero a lo tonto.

 

boticario

5ª-  Eres para mí como pedrada en ojo de  boticario.

 

novia

  Mi mayor desarreglo

  Hace años pensé que tenía mi vida resuelta, pues entonces consideraba que yo cortaba un pelo en el aire: andaba con una novia, Susanita, largamente manoseada y de familia con posibles. “Papa” era dueño de una cadena de peluquerías, tanto para personas, como para perros y gatos e incluso para abrigos de pieles y, aunque mi pelo era de bruja, nos llevábamos bien.

    En una fecha cercana a la boda Susanita me dio la patada en el culo. Me recriminó que yo era patizambo y aburrido. ¿Patizambo?, si acaso culitranco, y yo nunca la eché en cuenta sus tetas asimétricas. ¿Aburrido?, si acaso ella, cuya mayor diversión era ganar –con trampas- al ajedrez a su gato lampiño. Este ha sido mi mayor desarreglo. Siempre lo amaré (su dinero). Y respecto a la patada que me propinó: todavía no me ha cicatrizado la raja que me originó.