La hoja parroquial de San …, para el XXIV domingo del tiempo ordinario, en el pueblo de …, ha tenido una enorme repercusión. Este hecho aconteció por incluir una poesía satírica –Romance de alumno de […]

La hoja parroquial de San …, para el XXIV domingo del tiempo ordinario, en el pueblo de …, ha tenido una enorme repercusión. Este hecho aconteció por incluir una poesía satírica –Romance de alumno de […]
En este tórrido e inaguantable verano solo he podido pensar en un asunto a la hora de escribir un cuento (también en el resto de las situaciones y durante todo el tiempo):
Yo sabía que llegaría, más tarde o más temprano, pero que inevitablemente ocurriría. Reconozco que han pasado muchos años desde que conjeturé la posibilidad una mañana de octubre en un hospital de Madrid, pero, aun […]
Soy Amelia Láinez y hace dos semanas estuve medio muerta. Si creyese en ella, afirmaría que me encontré a punto de conocer la otra vida, que en este mundo no me pudo quedar más allá […]
Hilario Cantero Ruano acudió al dentista por una molestia en el segundo molar superior derecho. Allí, en la sala de espera, leyó un artículo de Sarah Romero en la revista Muy interesante. Sarah informaba sobre […]
Hilario Cantero Ruano era un mentecato. Así opinaban su padre, su madre, aunque con algún matiz, y las demás personas del pueblo. La fatuidad de Hilario C. no procedía de una genética deficiente, ni siquiera […]
Hilario Cantero Ruano estuvo esperando algo de la vida hasta su último minuto. Fue entonces, en ese momento concreto, cuando comprendió, irrefutablemente, que ese anhelo indeterminado que había sentido en su pecho toda su vida no se cumpliría, bien porque él se hubiese equivocado al elegir en alguna de las decisiones importantes de su vida -encrucijadas las llamaba Hilario- o bien porque la existencia resultase, a la postre, una puta mierda, tal y como él venía coscándose desde hacía tiempo.
Sobre la primera opción, las bifurcación de los caminos, a Hilario Cantero le resultaba imposible de todo punto dilucidar lo correcto de las elecciones tomadas, bien porque él carecía de imaginación -por tanto de la capacidad de vivir más allá de lo existente- o bien porque al elegir un camino, abandonando el otro, se gastaba para siempre la posibilidad de haber acertado -o fallado-.
De la segunda opción, que la vida era una puta mierda, Hilario no albergó dudas a partir del mes de abril de su último año, cuando le diagnosticaron el cáncer de estómago, por más que en esa época el anhelo palpitara en su pecho con especial intensidad.
Y es que a la postre su mujer, Tomasa, posiblemente tuviese razón cuando le recriminaba: “te digo yo que tus anhelos son gases extraviados en el colon transversal y lo que debes hacer es expelerlos para que no te coman las tripas”.
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Relato aterrador.
Él sabía que al llegar a su casa debería decir, también a su suegra, que le habían despedido.
1ª- Te amo con intenciones y sin exigirte explicaciones.
2ª- Me gustas cuando callas, porque estás como ausente.
3ª- Quien fuera buey para darte un lametón.
4ª- Te quiero a lo tonto.
5ª- Eres para mí como pedrada en ojo de boticario.
En casa nunca se vacía la cesta de la ropa sucia. La cocina jamás permanece recogida más de tres minutos. En el bidé siempre encuentro unas bragas usadas. !Por favor, ¿alguien me puede alquilar una habitación?!
Hace años pensé que tenía mi vida resuelta, pues entonces consideraba que yo cortaba un pelo en el aire: andaba con una novia, Susanita, largamente manoseada y de familia con posibles. “Papa” era dueño de una cadena de peluquerías, tanto para personas, como para perros y gatos e incluso para abrigos de pieles y, aunque mi pelo era de bruja, nos llevábamos bien.
En una fecha cercana a la boda Susanita me dio la patada en el culo. Me recriminó que yo era patizambo y aburrido. ¿Patizambo?, si acaso culitranco, y yo nunca la eché en cuenta sus tetas asimétricas. ¿Aburrido?, si acaso ella, cuya mayor diversión era ganar –con trampas- al ajedrez a su gato lampiño. Este ha sido mi mayor desarreglo. Siempre lo amaré (su dinero). Y respecto a la patada que me propinó: todavía no me ha cicatrizado la raja que me originó.